domingo, 1 de mayo de 2011

Mi pana Karol

Les confieso que comienzo a escribir estas líneas y tengo un nudo en la garganta pues me atrevo a escribirle a un amigo que a pesar de haberlo visto dos veces en mi vida y no le di las gracias; sí, lo vi dos veces y grande fueron esos momentos,  más bien le pedí que me bendijera y que hiciera lo propio con mi primera hija cuando ella apenas tenía tres años y sobre mis hombros, ella recibió esa señal santa.
Lo he dicho muchas veces, no soy ni pretendo ser un santo ni nada por el estilo y por eso decidí hace tiempo pedirle perdón a Dios todos los días por los pecados cometidos, no importa el tamaño de esos errores. Viví experiencias que me llevaron a ver de frente al tipo que no pienso nombrar, y gracias a la mano de Dios salí de donde estaba, y hoy decidí, a mi manera, darle gracias y pedirle perdón.
Pero estas líneas de hoy no son sobre mí, las quiero dedicar a mi amigo Karol; sí, Karol con K, ese que en su segunda visita pasó en su papamóvil a 15 kilómetros por hora y gracias a la ubicación que tenía, un sábado de guardia en el desaparecido diario de circulación nacional El Globo, lo pude ver a sólo unos pasos de distancia y con mi primera hija en los hombros. Dios quiso que en ese preciso momento volteará donde estábamos y nos bendijo con la señal de la cruz, lo pudimos ver a los ojos, pudimos ver su rostro rosado y su cuerpo que ya para ese momento estaba rodeado de un halo luz, que hoy en día confirmamos que era una luz divina.
Creerán que exagero, que me estoy plegando a que mi amigo Karol este primero de mayo de 2011, Día de Jesús de la Misericordia, fue convertido en beato aunque para muchos en este pequeño planeta que se llama tierra, desde hace rato, es Santo. Pues no mis amigos, créanlo, yo lo vi, nos bendijo a mi hija a mí, bueno y a otras personas que estaban allí, mi ventaja fue el sitio que Dios me consiguió para que Alejandra, en mis hombros repito, y este pecador recibiéramos esa señal santa. Si había unos diez pasos era mucho, así que pude ver en detalle todo lo que les estoy contando.
Pero y ¿por qué entonces si no quiero decir lo que todos han dicho sobre el hecho más importante de este siglo, quiero seguir escribiendo sobre mi amigo Karol? Pues tengo que decirlo, siempre he sido un observador de la Iglesia Católica como institución, ojo incluso desde cuarto grado de primaria en mi querido colegio La Salle de Tienda Honda.  Tan es así que en sexto grado tuve las ganas de irme al seminario para tratar de ser Hermano de La Salle. Sí en serio, siempre estaba con los hermanos del colegio, hacia retiros, leía la biblia, prefería estar en la capilla del colegio que ir a jugar baloncesto, a pues, en serio.
Al pasar los años me alejé de la Iglesia, nunca de Dios, eso jamás. Pero para no hacer el cuento largo, gracias a mi amigo Karol, regresé, vi como ÉL viajó por el mundo sin importarle si eran rojos, azules, verdes, anaranjados, lo que sea con tal de llevar su discurso de paz y reconciliación a todos los rincones del mundo. ÉL le dio la vuelta al mundo y llegó incluso a países donde el cristianismo, ni nada, es libre, y además es reprimido como en los tiempos del César romano. Habló, besó suelos, hasta cuando pudo, llamó a los jóvenes a incorporarse en la lucha por la paz, a tomar decisiones, a asumir posiciones para que el mundo entero supiera que los jóvenes existen y no son sólo rumba, licor y sexo.
Mi amigo Karol fue un Papa cercano con todo y la distancia que su posición de representante de Dios en la tierra le obligaba, pues no se veía incomodo cuando estaba cerca del pueblo, tanto así que hasta un tiro le dieron y perdono al que lo hizo. Karol, lo voy a tutear pues es mi amigo (me niego a decir era), y un amigo que gracias a Dios hoy puedo hablarle directamente y sin ningún tipo de protocolo de Estado como ÉL se merecía y bueno, lo obligaban a tener.
Mi amigo Karol, que asumió como nombre de brega Juan Pablo II, hoy de nuevo hace que tenga sentimientos encontrados, no de cuestionar a la Iglesia como institución, sino de alegría y nostalgia que se podría malinterpretar como tristeza pues unas lágrimas han logrado en este su día, aguarapar los ojos. No es tristeza, pues ÉL está con nosotros siempre y no nos podemos dar el lujo de aguar su fiesta con ese sentimiento que es la tristeza.
Quise dedicar estas líneas al Papa Bueno, al Santo Padre, a Juan Pablo II, a mi amigo Karol, pues me disfruté su beatificación viviendo en carne propia lo que es la Fe. Miles de creyentes celebraban la Misericordia de Jesús, con cantos, rezos, peticiones y hasta desmayos (con todo y que el calor marabino fue benevolente y “apenas estaba en 31 grados” a la sombra y las nubes cargadas nunca llegaron a llorar) en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación de Maracaibo, donde más de 400 personas desfilaron por donde hasta 15 sacerdotes al mismo tiempo escuchaban sus confesiones, para que al final más de 10 mil personas, caminaran y llegaran a la Basílica de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, conocido con mucho cariño y respeto como La Chinita, a celebrar la eucaristía por tan noble fecha.
Ya el camino está abonado y ya por allí dicen que está listo el lugar que Dios dispuso para ÉL como nuevo Santo, aunque ya para muchos en todo el mundo mi amigo Karol hace rato que lo es …por allí nos vemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario