jueves, 21 de julio de 2011

Ahora es que hay Vinotinto


La historia apenas comienza, es verdad que casi 30 millones de venezolanos estaban unidos, por cierto cómo hace mucho que no pasaba en el país, alrededor de su selección mayor de fútbol conocida como la Vinotinto, la gran diferencia de esta historia es que casi llegamos a la final, hablo de la focking Copa América.
Lo primero que tengo que hacer, y lo hago como periodista, como hombre y sobre todo como venezolano, es reconocer lo que me había costado desde hace 50 partidos, el trabajo de César Farías frente a la selección demostró que las cosas se están haciendo bien.
Esto no quiere decir que voy a cambiar mi posición sobre la forma como él ha venido manejando la selección criolla. Voy a seguir diciendo lo que he dicho siempre, todo esto lo comenzó el Profesor Richard Páez cuando nos comenzamos a sentir vinotinto, cuando nació un sentimiento en muchos que antes ni sabían qué era el fútbol, menos qué era la Vinotinto, otros incluso al referirse a ella decían “juegan como nunca y pierden como siempre”.
Aquí en esta Copa quedó en evidencia que los que van a disputar el tercer lugar sí son las mejores selecciones, sí son las que han respetado el fútbol. Y por qué lo digo, pues a pesar de todo lo que ha hecho siempre la Confederación Suramericana de Fútbol, la Conmebol, para evitar que los mal llamados pequeños crezcan, quedó en evidencia que se está haciendo un trabajo tanto en Perú como en Venezuela.
No pretendo convertirme ahora en Vinotintólogo, para nada, sólo quiero expresar lo que siento en este preciso momento con lo que ha hecho nuestra selección de fútbol a pesar del arbitraje, a pesar de los cambios de horario en pleno torneo, lo que siento es orgullo y el sueño repotenciado de que ahora sí estamos en el camino de un mundial, el Mundial Brasil 2014.
Espero, mejor dicho no espero, exijo que todo lo que se vivió en estos días de focking Copa América en torno a la Vinotinto, continúe a lo largo de las eliminatorias y es más que se extienda a todos los ámbitos de nuestras vidas. ¿Hasta cuándo desencuentros? ¿Hasta cuándo enfrentamientos absurdos? cuando al final del día este bello país, esta bella tierra, es de todos los venezolanos y aquí cabemos todos.
Ya basta de andar separados, ya basta de discusiones absurdas, ya basta de perder nuestro país en manos de extraños… coño ya basta¡¡¡
Nuestra Vinotinto merece eso, unión, paz, tranquilidad y mucho trabajo para llegar dónde todos queremos… el Mundial. Los jugadores dieron todo en el terreno, se ganaron el respeto y el resto de los venezolanos no podemos seguir en el camino que estamos, si queremos ir al Mundial tenemos que pensar como campeones mundiales, ya basta de seguir siendo la cenicienta y en esta focking Copa América quedó demostrado de lo que somos capaces los venezolanos y como lo dice el Profesor Farías (ya le puedo decir así pues), Venezuela se respeta.
Las últimas líneas las voy a dedicar a los jugadores, no a los pueblos, de Argentina, Chile y Paraguay. Desde lo más hondo de mi alma les digo que con todo y sus participaciones mundialistas, con toda su experiencia en las ligas del mundo, ahh donde por cierto también tenemos jugadores Vinotinto, dan pena, dan lastima, dan asco, pues apelar al juego sucio, irrespetar al rival y después caerse a besos demostrando su afinidad sexual (con el perdón de los homosexuales dignos), no es sino una prueba más que hoy no son nada y que tendrán que trabajar muy duro para llegar al Mundial, eso sí jugando fútbol, no apelando a manejos dolosos de sus dirigentes, a árbitros vendidos y por si fuera poco, a los golpes fuera del terreno… por allí nos vemos.
PD: disculpen los que me leen por el uso de algunas palabras subidas de tono, pero el momento lo amerita o lo que es lo mismo la arrr… es muy grande… Viva nuestra Vinotinto¡¡¡

miércoles, 13 de julio de 2011

La Culpa si es de la vaca

No crean que les voy a recomendar ese libro de autoayuda o algo por estilo, no y es no, pues no soy amigo de ese tipo de lectura; pero como siempre digo, respeto a todo aquel que le gusta y que incluso aplica todo lo que ese tipo de texto trae.
En esta entrega quiero hablarles o mejor dicho escribirles de una vaca, disculpen pero no me dio tiempo de preguntar su nombre, así que en adelante la llamaré simplemente “la vaca”. Antes de contarles las razones del por qué me dio por escribir de “la vaca”, tengo que decirles que la culpa fue de ella pues por andar fuera del corral tuvimos que decidir si “ella o yo”, o peor para ella y mejor para mi, si era “ella o nosotros”.
“La vaca”, como siempre, estaba por allí de su cuenta y sin nadie que aparentemente la gobernara, realenga pues, como dicen, como si con ella no fuera la cosa, se paseaba al costado de la carretera con su tremendo tamaño y sus manchas negras, insisto, como si fuera la dueña de todo y esclava de nada. Para más señas, muy parecida a la que aparece en el pote de leche Klim, para los que recuerden esa rica leche de Holanda que se vendía mucho por allá por los 70 y 80 en nuestra Venezuela saudita y que reuniendo un poco la conseguimos por estos lados de la guajira venezolana.
Desde hace tres meses viajo a la frontera con la hermana República de Colombia por el estado Zulia, y la veía (“la vaca”), y de verdad que poco me importaba y mucho menos yo a ella. A la velocidad que pasaba, repito viajando todos los santos días a la frontera, de ida y de vuelta, allí la veía, siempre pastando, si a eso que comía se le podía llamar pasto, pues en realidad es puro monte y culebra, literalmente.
El cuento es que ella que dibuja el paisaje que veo a través de la ventana, mientras pienso en lo grande que es el amor y en la inmortalidad de la vaca, digo del cangrejo. Resulta que por esas cosas de la vida, ella (“la vaca”) y yo estuvimos a la puerta de algún sitio que me imagino es lo que llaman cielo, pues todo estaba blanco y había muchas estrellas.
Ella (“la vaca”) y yo, después de tantas horas de camino recorrido, no tuvimos tiempo de presentarnos y por eso no me queda otra que llamarla “la vaca”, así impersonal y todo, y me da mucha pena pues todo aquel que tiene una vaca le pone algún nombre y a mí no me dio tiempo.
Esta mañana cuando viajaba a la guajira, ella (“la vaca”) decidió cambiar la vía y cruzó el camino dizque para tratar de probar el pasto del otro lado, donde veníamos a eso de 140 kilómetros por hora. Nosotros no la vimos gracias a un imprudente que sí la había visto y la evitó, tapándonos la visibilidad, y en fracciones de segundo, ella (“la vaca”) salió a nuestro encuentro y el chofer solo pudo medio esquivarla para que no nos diera de frente.
Gracias a Dios, a Mi Leya (por si no lo saben así le decía a mi viejita que está en el cielo desde hace 28 primaveras), a mío Pae Xangó, a San Benito, a mi Chinita bella y a todos la legión de santos que mi tía Ivón y mi tía Morocha me tienen “pa que me cuiden”, se los estoy contando a pesar de haber reventado el parabrisas del Mustang sedan, modelo 70, con mi cabeza; de que una compañera que estaba en el vehículo trago vidrios, literalmente, hasta por los ojos; el chofer tuvo rasguños en los brazos y el otro compañero conocido en nuestra Aduana como “El Pastor”, se aferró a la Biblia  que venía leyendo y no le pasó nada.
La que no tuvo la misma suerte que nosotros fue ella (“la vaca”) que en el mismo sitio, tomó el sendero del cielo donde van los animalitos que en medio de su inocencia casi nos matan. A ella “la vaca” mis oraciones y le prometo públicamente que cada vez que vuelva a pasar por allí (Las Pailas Negras), veré al cielo donde sé que estará caminado muy altiva buscando pasto de verdad, verdad.
Estas últimas líneas las quiero dedicar a los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana que a pesar de lo que dicen de ellos, respondieron rápido para auxiliarnos y estuvieron hasta último momento con nosotros para asegurarse que todo había sido un susto…eeelll susto…por allí nos vemos.