martes, 24 de mayo de 2011

Si no te importa, no lo leas

Hay tantas cosas que quisiera compartir con ustedes que tardaría meses escribiendo, y al final sería tan largo, que seguro muchos no llegan al final de este nuevo capítulo de “por allí nos vemos…”.

Me voy a concentrar en un tema que seguro como no tiene nada que ver la Mesa de la Supuesta Unidad Democrática, ni con el PSUV y su recolección de recursos para garantizar la victoria en la batalla electoral, el que ahora muchos no somos negros, sino Afrodescendientes, simplemente a muy pocos les importará y zas dejarán de leer.

No importa si al llegar aquí ya te aburriste y dejas de leer, de verdad esta vez no me importa, pero quiero hablar de La Guajira, quiero hablar de mis hermanos wayùu. Quiero hablar de la pobreza, si de la pobreza, ese tema que todos conocen, que muchos hablan pero que muy pocos bajan del Olimpo y se llenan de barro para verla de frente.

Estoy en plena frontera con la hermana República de Colombia por los lados del estado Zulia o mejor dicho, por los lados de la República Independiente del Zulia, para más señas entre Colombia y Venezuela, pues. Uno de los puntos donde se unen las tres naciones, perdón ambas naciones y que tiene una particularidad bien interesante, a mi parecer, como es que aquí habitan grupos indígenas cuya frontera no tiene frontera y que desde épocas milenarias han tenido que luchar con los “alijunas” que poco a poco les han quitado terreno.

Aquí conviven varios grupos, pero gracias a Patricia Velásquez, sí  la misma de la Momia 1 y 2, los wayùu, son los más mentados. Mucho se habla de los guajiros, que si son esto, que si son aquello, pero lo cierto que al hablar de ellos, muchos evitan decir que están en el municipio más pobre de América Latina, muchos hablan del contrabando que pasa por las trochas evitando los medio controles que se implementan, pero nadie habla de las distintas formas de esclavitud que en pleno siglo XXI sufren pobladores de este zona, es más, hasta ellos mismo evitan hablar de eso, pero hay que estar aquí para verlo.

En la guajira venezolana, imagínense ustedes, los cinco que me leen, hay niños que no conocen el Lago de Maracaibo, es más, ni Maracaibo y eso que apenas está a dos horas y media. Hay niñas y niños con edades entre 0 y 6 años que hacen una sola comida al día, si los llevan a lo que en el papel se llaman Centros Bolivarianos de Educación Inicial, en el pasado simplemente el Kinder, pues. Cuando no los llevan, lo más seguro es que pasen el día pegados a una teta o simplemente acompañados por perros y moscas, balanceándose en un chinchorro sin nada más en el estómago que lo que comieron el día anterior.

He visto niños de cuatro, cinco y hasta seis años, cuidado si no más, que parecen recién nacidos y todo por qué, pues por no tener una alimentación balanceada como Dios manda.

En el poco tiempo que por voluntad tengo en la Guajira -no me vine castigado, ni cometí ningún delito para que me castigaran- he visto la pobreza y también la falta de voluntad muy de cerca.  La falta de voluntad pues en pleno inicio de la fiesta electoral, nadie ha pasado por estos lados luego de las inundaciones del año pasado y aún sigue lloviendo que es lo peor.

Eso sí, he visto una vallas muy bonitas ellas, que dicen que tal obra es obra de fulano de tal con los recursos que tal ordenó. Pues bien, esa valla ha generado en mi, más rechazo hacia algunas herramientas tecnológicas como el photoshop (foto shoo o foto show), pues la carretera sólo está en la valla…sí, no está hecha como dice la valla y de acuerdo a esa fulana valla, tenemos, no digo una carretera, tenemos una autopista…ve que molleja como dicen en Maracaibo.

Pero no me quiero salir de la carretera donde estaba, les hablaba de los niños y niñas de la Patria, si esas niñas y niñas wayùu que son tan venezolanos como los míos, los suyos, los tuyos, los vuestros. Ver sus miradas inocentes y ávidos de una mano amiga, me ha hecho reflexionar mucho, hasta hoy sólo para mis adentros, y me ha puesto a pensar qué hacer por ellos, cómo hacer algo por ellos.

Eureka, voy a escribir a ver si alguien le importa y me escribe y me dice, que cuando esté por Venezuela, perdón por Caracas, aunque sea una barbie (no importa que no sea nueva, pero que esté en buen estado) me regala para traerla a la frontera. Yo mismo la traigo y junto al Sargento Bracho (sólo lo conocerán así) a la Sargento Quintero, a la Sargento Castro, al Sargento Hernández, al Pavito, a Joel y otros tanto héroes anónimos liderados por “El Coronel”, caminaremos las trochas, con el barro hasta la cintura (no exagero), para dar un poquito de lo que nos sobra (aunque no sobre nada) para estos hermanos de quienes solo se acuerdan cuando vienen las elecciones, momentos que coinciden hasta los que en el terreno político tienen diferencias y no se pueden ni ver.

Con todo esto que les cuento, no pretendo restar importancia a lo que están viviendo otros hermanos venezolanos en otras regiones de Venezuela, pero es que aquí, amigos, amigas, es siempre así, con lluvia o sin lluvia y por eso lo quise compartir con ustedes a ver si a alguien le importa y nos ayuda a hacer algo…por allí nos vemos.

domingo, 1 de mayo de 2011

Mi pana Karol

Les confieso que comienzo a escribir estas líneas y tengo un nudo en la garganta pues me atrevo a escribirle a un amigo que a pesar de haberlo visto dos veces en mi vida y no le di las gracias; sí, lo vi dos veces y grande fueron esos momentos,  más bien le pedí que me bendijera y que hiciera lo propio con mi primera hija cuando ella apenas tenía tres años y sobre mis hombros, ella recibió esa señal santa.
Lo he dicho muchas veces, no soy ni pretendo ser un santo ni nada por el estilo y por eso decidí hace tiempo pedirle perdón a Dios todos los días por los pecados cometidos, no importa el tamaño de esos errores. Viví experiencias que me llevaron a ver de frente al tipo que no pienso nombrar, y gracias a la mano de Dios salí de donde estaba, y hoy decidí, a mi manera, darle gracias y pedirle perdón.
Pero estas líneas de hoy no son sobre mí, las quiero dedicar a mi amigo Karol; sí, Karol con K, ese que en su segunda visita pasó en su papamóvil a 15 kilómetros por hora y gracias a la ubicación que tenía, un sábado de guardia en el desaparecido diario de circulación nacional El Globo, lo pude ver a sólo unos pasos de distancia y con mi primera hija en los hombros. Dios quiso que en ese preciso momento volteará donde estábamos y nos bendijo con la señal de la cruz, lo pudimos ver a los ojos, pudimos ver su rostro rosado y su cuerpo que ya para ese momento estaba rodeado de un halo luz, que hoy en día confirmamos que era una luz divina.
Creerán que exagero, que me estoy plegando a que mi amigo Karol este primero de mayo de 2011, Día de Jesús de la Misericordia, fue convertido en beato aunque para muchos en este pequeño planeta que se llama tierra, desde hace rato, es Santo. Pues no mis amigos, créanlo, yo lo vi, nos bendijo a mi hija a mí, bueno y a otras personas que estaban allí, mi ventaja fue el sitio que Dios me consiguió para que Alejandra, en mis hombros repito, y este pecador recibiéramos esa señal santa. Si había unos diez pasos era mucho, así que pude ver en detalle todo lo que les estoy contando.
Pero y ¿por qué entonces si no quiero decir lo que todos han dicho sobre el hecho más importante de este siglo, quiero seguir escribiendo sobre mi amigo Karol? Pues tengo que decirlo, siempre he sido un observador de la Iglesia Católica como institución, ojo incluso desde cuarto grado de primaria en mi querido colegio La Salle de Tienda Honda.  Tan es así que en sexto grado tuve las ganas de irme al seminario para tratar de ser Hermano de La Salle. Sí en serio, siempre estaba con los hermanos del colegio, hacia retiros, leía la biblia, prefería estar en la capilla del colegio que ir a jugar baloncesto, a pues, en serio.
Al pasar los años me alejé de la Iglesia, nunca de Dios, eso jamás. Pero para no hacer el cuento largo, gracias a mi amigo Karol, regresé, vi como ÉL viajó por el mundo sin importarle si eran rojos, azules, verdes, anaranjados, lo que sea con tal de llevar su discurso de paz y reconciliación a todos los rincones del mundo. ÉL le dio la vuelta al mundo y llegó incluso a países donde el cristianismo, ni nada, es libre, y además es reprimido como en los tiempos del César romano. Habló, besó suelos, hasta cuando pudo, llamó a los jóvenes a incorporarse en la lucha por la paz, a tomar decisiones, a asumir posiciones para que el mundo entero supiera que los jóvenes existen y no son sólo rumba, licor y sexo.
Mi amigo Karol fue un Papa cercano con todo y la distancia que su posición de representante de Dios en la tierra le obligaba, pues no se veía incomodo cuando estaba cerca del pueblo, tanto así que hasta un tiro le dieron y perdono al que lo hizo. Karol, lo voy a tutear pues es mi amigo (me niego a decir era), y un amigo que gracias a Dios hoy puedo hablarle directamente y sin ningún tipo de protocolo de Estado como ÉL se merecía y bueno, lo obligaban a tener.
Mi amigo Karol, que asumió como nombre de brega Juan Pablo II, hoy de nuevo hace que tenga sentimientos encontrados, no de cuestionar a la Iglesia como institución, sino de alegría y nostalgia que se podría malinterpretar como tristeza pues unas lágrimas han logrado en este su día, aguarapar los ojos. No es tristeza, pues ÉL está con nosotros siempre y no nos podemos dar el lujo de aguar su fiesta con ese sentimiento que es la tristeza.
Quise dedicar estas líneas al Papa Bueno, al Santo Padre, a Juan Pablo II, a mi amigo Karol, pues me disfruté su beatificación viviendo en carne propia lo que es la Fe. Miles de creyentes celebraban la Misericordia de Jesús, con cantos, rezos, peticiones y hasta desmayos (con todo y que el calor marabino fue benevolente y “apenas estaba en 31 grados” a la sombra y las nubes cargadas nunca llegaron a llorar) en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación de Maracaibo, donde más de 400 personas desfilaron por donde hasta 15 sacerdotes al mismo tiempo escuchaban sus confesiones, para que al final más de 10 mil personas, caminaran y llegaran a la Basílica de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, conocido con mucho cariño y respeto como La Chinita, a celebrar la eucaristía por tan noble fecha.
Ya el camino está abonado y ya por allí dicen que está listo el lugar que Dios dispuso para ÉL como nuevo Santo, aunque ya para muchos en todo el mundo mi amigo Karol hace rato que lo es …por allí nos vemos.